Educar con propósito: sembrar desde la consciencia, no desde la prisa
En los últimos años, conceptos como educación consciente, presencia plena y educación emocional han ido tomando protagonismo en las conversaciones educativas y familiares. Sin embargo, en Kay Community creemos que más allá de modas, existe una necesidad profunda y urgente de redefinir la forma en que educamos, tanto en el hogar como en las aulas. Una necesidad de volver al propósito.
Educar con propósito significa tener claridad sobre lo que realmente priorizamos cuando acompañamos el desarrollo de los niños. No se trata de seguir fórmulas rígidas, sino de tomar decisiones conscientes que reflejen nuestros valores y promuevan el bienestar integral de la infancia. Implica sostener una visión clara de qué tipo de ser humano queremos acompañar a formar, más allá de logros académicos o expectativas externas. Implica alinear nuestras decisiones, prácticas y actitudes con los valores que priorizamos en la crianza y educación.
Cuando decidimos educar con proposito, lo hacemos desde la conciencia plena de que el desarrollo humano no es un proceso mecánico. Es profundamente influenciado por la calidad de los vínculos que establecemos con nuestras figuras de referencia desde el nacimiento.
En palabras del psicologo y educador Howard Gardner, “educar es ayudar a las personas a desarrollar una visión del mundo, una identidad y un sentido de propósito.” En ese sentido, educar con propósito no es algo que se improvisa. Es una práctica consciente y continua, donde adultos responsables (padres, madres, docentes, cuidadores, terapeutas, abuelos o tíos) se convierten en modelos de coherencia emocional y ética relacional.
Los pilares de una educación con propósito según la filosofía Kay
En Kay Community, una educación con propósito se sostiene en cuatro pilares interrelacionados: consciencia, educación emocional, atención plena e intención. A continuación, te explicamos cada uno con enfoque práctico.
1. Consciencia
Es la capacidad de observar nuestros pensamientos, emociones y comportamientos sin juicio. En el contexto de crianza y educación implica: Identificar nuestras creencias sobre la infancia y la autoridad, reconocer cuándo estamos actuando desde patrones heredados o reacciones automáticas, así como elegir respuestas alineadas a nuestros valores y al momento presente.
2. Educación emocional
Según el enfoque de Daniel Goleman, el desarrollo de la inteligencia emocional es tan importante como el desarrollo cognitivo. Una educación emocionalmente consciente permite que el niño: Ponga nombre a lo que siente, aprenda a regular sus emociones con apoyo adulto, desarrolle empatía y habilidades sociales que le permitirán funcionar con autonomía. Esto tambien sienta las bases de un entorno armonioso en el hogar o salón de clases.
3. Atención plena
La atención plena nos invita a estar presentes física, mental y emocionalmente en cada interacción. Numerosos estudios demuestran que la práctica de mindfulness mejora la calidad de las relaciones interpersonales y reduce el estrés parental y docente. No hay que ser un gurú para implementar estas prácticas en nuestra vida diaria. Practicar la atención plena puede verse en acciones cotidianas sencillas como el tomar consciencia del color de los carros a mi alrededor cuando voy transitando en la calle, detenerme a contemplar mi elección de almuerzo de ese día, eligiendo alimentos que promuevan una buena salud, o notar el cambio de medias que realizó uno de mis alumnos en el aula.
4. Intención
Toda acción educativa tiene un impacto. Educar con intención es actuar con claridad, sabiendo qué queremos sembrar a largo plazo. Es la diferencia entre decir “para que obedezca” y decir “para que aprenda a decidir con responsabilidad.” La intención nos permite declarar nuestro norte.
Es importante recordar que todas las personas que acompañan a un niño están educando; padres, madres, abuelos, docentes, tíos, terapeutas, cuidadores... todos tenemos una influencia. Por lo tanto, tomar consciencia del propósito es un acto colectivo de responsabilidad.
En Kay Community promovemos una cultura donde la crianza y la educación no se vivan de forma aislada, sino como un proceso compartido, reflexivo y profundamente; la crianza como un acto de amor colectivo.
De la teoría a la práctica; acercándonos a prácticas con propósito
Antes de corregir una conducta, pregúntate:
“¿Esta respuesta construye o desconecta? ¿Estoy actuando desde el miedo o desde el amor?”
Nombra las emociones en voz alta: “Veo que estás frustrado porque no salió como esperabas.”
Valida antes de corregir: “Tiene sentido que te sientas así. Estoy aquí para ayudarte a calmarte.”
Ejercicios de atención plena, simples, para aplicar en casa o en el aula:Hacer una respiración consciente antes de intervenir
Observar sin prisa: el tono, la postura, el ritmo del niño
Usar pausas intencionales en lugar de gritos o reacciones impulsivas
Herramientas para cultivar la intención:
Define tus 3 valores fundamentales como madre, padre o educador.
Reflexiona: ¿Tus palabras y acciones diarias los reflejan?
Ajusta lo que no esté alineado, desde la amabilidad contigo mismo.
”Educar con propósito es sembrar hoy lo que queremos ver florecer mañana, sabiendo que lo más importante no es el resultado, sino la calidad del camino que recorremos junto al niño.”
— Gleinys Felipe