¿Qué pasa si comenzamos una crianza enfocada en el presente?
¿Te has detenido a pensar cómo estás criando hoy?
Muchas veces, nos enfocamos tanto en construir un futuro brillante para nuestros hijos, que olvidamos lo más poderoso que tenemos: el momento presente.
En un mundo acelerado, donde las exigencias diarias tienden a desconectarnos de lo esencial, puede resultar difícil reconocer si estamos realmente presentes, de manera consciente e intencional, en la vida de nuestros hijos. Sin embargo, la crianza consciente no requiere una fórmula perfecta. Más bien, es un acto diario de presencia, conexión e intención. Cada familia tiene su propio ritmo y su propio camino. La crianza consciente no se trata de cumplir con estereotipos, moldes u expectativas externas, sino de vivir el proceso desde la autenticidad, con menos culpa y más compasión.
Conecta contigo para poder conectar con tus hijos
““No podemos dar lo que no tenemos.” – ”
Conectar con uno mismo es el primer paso para acompañar con autenticidad a nuestros niños. Esto, en ocasiones se ve como respirar, pausar y escucharnos.
Desde ahí, se vuelve más fácil escuchar al otro sin reaccionar, sin imponer, sin repetir patrones que quizás no elegimos conscientemente.
¿Te has sentido abrumado, cansada o con culpa últimamente? Son sentimientos completamente válidos en el proceso de crianza. Nos invitan amirar hacia adentro y preguntarnos:
¿Qué necesito para estar emocionalmente disponible para mis hijos?
En su libro "El cerebro del niño" (coescrito con Tina Payne Bryson), Siegel introduce la idea de que cuando los padres y cuidadores están emocionalmente presentes y sintonizados con sus hijos, ayudan a moldear un cerebro más integrado, resiliente y empático.
La conciencia como nuestro norte
La conciencia no significa hacerlo todo bien, sino tener el coraje de mirar con honestidad lo que está ocurriendo aquí y ahora. Ese ese arte de darnos cuenta de cómo nuestras creencias y patrones adquiridos durante nuestro propio proceso de crianza, con nuestros padres, impactan la crianza que decidimos llevar hoy en día, y cómo nuestras acciones diarias se alinean con lo que necesitamos, mi familia y yo, en este preciso momento.
Criar en el presente implica hacerse preguntas constantemente; “¿Esta decisión promueve el bienestar integral de mi hijo?” “¿Estoy educando desde el miedo o desde el amor?” “¿Qué me está diciendo esta situación sobre mí y mis propias heridas no resueltas?”
Estas preguntas no son para juzgarte, sino para guiarte. La crianza se vuelve más liviana cuando dejamos de exigirnos perfección y empezamos a cultivar claridad, coherencia y presencia.
Coherencia y responsabilidad en el ahora
Ser madre, padre o cuidador presente implica reconocer que cada decisión, por pequeña que sea, tiene un impacto hoy.
No se trata de controlar cada detalle, sino de estar dispuestos a observar cómo nuestras elecciones afectan la dinámica emocional y familiar. A veces, sin darnos cuenta, proyectamos temores del futuro o heridas del pasado. Volver al presente nos recuerda que aquí y ahora es donde se siembra la confianza, la seguridad y el amor.
Cada familia es única, y eso está bien
No existe una sola forma de vivir la crianza consciente. Tu familia tiene su propia historia, cultura, valores y ritmo. Por eso, el concepto de “criar en el presente” no se impone: se adapta.
Permítete vivir este proceso desde la autenticidad. Suelta la presión de encajar en moldes externos y abraza la imperfección como parte del camino.
Nadie más que tú conoce las necesidades de tu familia.
Recuerda: criar desde el presente no significa tener todas las respuestas, sino estar dispuesto a hacer el viaje con presencia, escucha y apertura.